En Las
Meninas Velázquez plantea al observador por primera vez una pregunta
artística y al mismo tiempo filosófica: ¿Cuál es el papel del observador?
¿Adopta el observador el papel del rey y de la reina al situarse frente al
cuadro? ¿Qué es realidad y qué ilusión? Con independencia de lo que realmente
refleje, el espejo se aparta un paso más de la realidad porque es una representación
de un reflejo; es una imagen de la imagen de una imagen.
Velázquez consigue que el observador sea
consciente del acto de representación. Lo hace consciente del proceso por el
que el arte expresa una ilusión de realidad: la ilusión de que el cuadro es el
mundo real y no una mera representación artística de él.
Por extensión, Velázquez también nos hace
conscientes de los procesos inconscientes por lo que la mente representa las
realidades físicas y emocionales que nos rodean en cada momento.
Las Meninas marca el inicio de la autoconciencia.
Y esto es lo que precisamente proponemos en
Imalogo, ser conscientes de la representación que se produce en nuestra mente
al observar una imagen.
www.imalogo.es
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